«Se colgaban de la cruz / quienes se suben al carro/ unos de humilde overol / empapados en sudor / Otros vestidos de frac / como una marea loca / victimas
y victimarios / van alzando la copa…» +
(Juan Carlos Touriño. ¡Mundial!)
Jugador y poeta
Unos cuantos años atrás sucedió que cometí un desliz, y todo fue a partir del encomiable don personal que transmitía desde su amistad y empatía conmigo, un inolvidable Juan Carlos Touriño, quien además de ser recordado por muy buen cuevero en el fútbol internacional, fue uno de los fundadores de Futbolistas Argentinos Agremiados.
De noble corazón social solidario que lo guiaba y llevaba en sí, latiendo también en él un poeta oculto, que me permitió descubrir, alguna vez, desde un libro suyo de poesías editado artesanalmente. Nos conocimos siendo parte de un proyecto ambicioso para crear un Complejo Cultural de Fútbol en Buenos Aires que reunía figuras del ambiente y afines, al que fui convocado para unir música y fútbol, detalles nomás para dar color…
Zaragoza y Madrid
Recuerdo que en un mediodía en Zaragoza el tipo se vino especialmente a verme a un concierto desde Madrid, donde estaba parando por unos días. Por ese motivo, le preparamos una buena comida en un mesón entrañable del barrio San José de la ciudad del cierzo. La Topera, un boliche entrañable que ya no existe. Se corrió la voz que el exjugador del Real Madrid estaba comiendo allí mismo y al rato había fila para una foto, un autógrafo o ambas cuestiones a la vez. Que en aquellos años no existían las selfies tan temidas…
Hoy mientras escribo me suenan estos versos que como tema sigue inédito:
«Que yo tuve y lo he perdido / en voz alta me lo dicen / no oigo a los aprendices/de sabios equilibrados / que no ven porque yo he dado / más allá de sus narices… de lo que doy yo me olvido/lo que recibo me acuerdo…» («Milonga de lo que doy»).
En mi disco Sobre la hora, hay unos temas que llevan su firma en las letras, con mi música. Fuera de ese material, el buen hombre, exjugador de Quilmes y Huracán también entre otros; tenía guardada una oda al club merengue y me invitó muy convencido a que le pusiera música, ignorando que yo estaba lejos de simpatizar con dicho equipo madrileño. Pero con pudor y reconocimiento, no pude negarme y le di forma de canción con sabor a himno, finalmente, a su oda entusiasta. Se entusiasmó y hasta lo planteó como himno a la directiva del Madrid, antes de que el tremendo temazo interpretado por Plácido Domingo ganara notoriedad y lugar. Cosa que digamos… me vino bárbaro porque me hubiera signado en un sitio que no me correspondía en sentimiento, y en fútbol sabemos bien lo que vale ese peine para quienes nos apasiona el deporte rey.
Gorilas en Madrid
Dicho esto, le hice escuchar el demo a un par de grandes y conspícuos amigos españoles. A uno en especial, le di a leer primero que a nadie los versos como alto entendido, eminencia en el podio del rollo poético hispano que era mi gran amigo y rapsoda recientemente fallecido: don Luis Felipe Alegre. Quien luego de leerlo, me devolvió el papel y siguió su marcha con las manos cruzadas a su cintura por detrás sin decirme nada, pero cavilando con gesto serio.
De pronto se dio vuelta y me dijo en tono asombrado: «Está muy bien, pero no entiendo que tiene que ver lo de gorila con el Real Madrid. Es un rollo más bien argentino, con todo respeto, en España no me parece…».
Me quedé de piedra sin saber qué decir y tomé el papel leyendo nervioso el texto entre las manos temblorosas por descubrir el origen de su crítica…
Donde debía decir «Su plantilla que va oliendo a gloria», que era lo correcto, un error de mecanografía de época había dejado el elocuente «Su plantilla que va oliendo a gorila».
La conciencia fallida o no, la torpeza que aún persigue a estas manos, el mandato político cultural deportivo… ¡vaya a saber qué cosa!
Pero bueno, no hubo intención política deliberada como tampoco hubo himno, aunque el querido vate futbolista Juan Carlos Touriño tal vez haya soñado con ilusión la chance de que su obra fuera cantada desde el Bernabeu al mundo y sin pertenencias políticas alusivas, que al día de hoy y con mis años en el ida y vuelta cruzando el charco, no me son tan extrañas en el anagrama que un error de tipeo dejara expuesto fuera de toda traición pergeñada.
Florentino Pérez y autopistas mediante, ya supe conocer muy de cerca y a fondo aquello que aún se suele escuchar desde las gradas adversarias: ¡Así, así, así gana el Madrid!
Vaya de paso esta crónica como homenaje a dos tipos que no sólo me dignaron su preciada amistad, sino por haber acompañado con el valor y la sabiduría de sus obras respectivas en sus pasos por esta vida trashumante, dentro y más allá del verde césped.
A Don Luis Felipe Alegre y a Don Juan Carlos Touriño: Mi gratitud.
¡Besos de esquina y abrazos de cancha!
