“El clima en sectores jóvenes definió la urgencia de la ofensiva contra el gobierno”

“El clima en sectores jóvenes definió la urgencia de la ofensiva contra el gobierno”


A fines del verano europeo, una nueva crisis política y social emergió en Francia. El llamamiento a la movilización del pasado miércoles 10 (que tuvo su correlato el jueves 18), a través de redes sociales y bajo la consigna #Bloqueemos todo, surgió de la combinación de distintos factores sociales, dado que las condiciones de vida de las clases populares se vienen agravando a paso acelerado mientras los beneficios de las empresas del CAC40 (la Bolsa de París) se incrementan de forma obscena. Las distintas causas que convergen en esta nueva crisis social, apuntaladas en la política de ajuste del gobierno de Emmanuel Macron, son desentrañadas por Martín Noda, miembro de conducción del Nouveau Parti Anticapitaliste (Nuevo Partido Anticapitalista conocido como NPA), organización de la izquierda radical francesa.

–¿Qué variables convergieron para que irrumpa el descontento social en las principales ciudades de Francia?

–El descontento viene desde hace rato. Fue creciendo por las últimas reformas que logró imponer Macron, de manera autoritaria. Hace varios años que viene avanzando con políticas neoliberales, con ataques a los derechos de los trabajadores y, en el último año, con la disolución del Congreso, lo que generó un cierto deseo de que las cosas cambien. Ese clima fue apoderándose del escenario social y de una parte significativa de la población. Se combina con la crisis institucional: el gobierno de Macron no tiene poder para gobernar, ya que es la tercera minoría en el Congreso. Cada vez que intenta el presupuesto anual, no lo logra y queda bloqueado. Se iba a repetir la situación con el anuncio de un proyecto de presupuesto, un ataque enorme, incluso con algunos pequeños ataques, como era sacar dos días feriados que el gobierno pretendía que se los trabajara gratis. También por todo ello se incrementó el descontento.

–¿Cómo nace la convocatoria de la movilización y los bloqueos del miércoles 10?

–Nace en las redes. Más bien son sectores de activistas de izquierda que después de las vacaciones, en septiembre, se empiezan a organizar en las redes. Comenzaron antes que los sindicatos lancen su convocatoria. Se rumoreaba que los sindicatos iban hacer una convocatoria en octubre. El clima en sectores jóvenes definió en las redes la necesaria urgencia de la respuesta a la ofensiva gubernamental.

Martín Noda: “El clima en sectores jóvenes definió la urgencia de la ofensiva contra el gobierno”

–¿Quiénes fueron sus principales protagonistas y cuál el rol de los sindicatos o de otros sectores?

–Más bien los sindicatos se vieron obligados a sumarse de una manera u otra. Porque la convocatoria con asambleas durante el verano fueron lo suficientemente fuertes y significativas como para imponerle a los distintos sindicatos una convocatoria. Los sectores autoconvocados, entre los que hay muchos activistas, forman parte de la base de los sindicatos, pero sin estar dentro de las direcciones regionales. Se generó una doble presión en las redes y en las bases internas de los sindicatos regionales y departamentales. Se propició un clima en alza que hizo que se sumaran algunas direcciones nacionales en la convocatoria del 10 y muchas otras en la del jueves 18. Y se fue extendiendo a innumerables localidades intermedias.

–Estas movilizaciones se dan tras un impasse de las extensas luchas por las pensiones en el anterior gobierno y las elecciones legislativas del 2024, que registraron el inesperado triunfo del Nuevo Frente Popular de Jean-Luc Mélenchon y la demanda de un cambio radical de las políticas sociales.

–Una combinación del hartazgo de las políticas neoliberales, que primero fueron aplicadas en el gobierno del socialista François Holande, más los dos gobiernos de Macron, que había sido ministro de Holande. Eso hay que recordarlo. Hubo una voluntad de que esto se acabe y esa pequeña esperanza que significó la victoria del Frente Popular ante el temor al triunfo electoral de la extrema derecha que lidera Marine Le Pen. Ese impulso daba la esperanza de que con la victoria podría ser diferente.

–¿Fue correcta esa táctica electoral del Frente Popular y la Izquierda Insumisa? ¿O se fue diluyendo dentro del nuevo gobierno?

–Una cosa fue la alianza electoral de carácter defensivo ante el riesgo eminente del triunfo de la extrema derecha, en la que el NPA participó y otra cosa fue lo que se fue dando después. Donde básicamente esa alianza se rompió rápidamente. Con una línea de negociación más abierta con el gobierno de Macron por parte del PS y una intransigencia más fuerte desde Le France Insumise, de Melenchón. Después cada uno fue yendo por su propio camino y en el último año no hubo movilizaciones.

–Nombrabas al jueves 18 como una profundización de las movilizaciones y los bloqueos del 10.

–Según los sindicatos hubo más de un millón de personas, al menos en las más importantes ciudades de Francia. Si se compara con las últimas movilizaciones contra la reforma de las jubilaciones del anterior gobierno de Macron, fue de un nivel muy importante. Pero no suficientes. Aunque fueron las primeras movilizaciones tras más de un año y a tan solo dos semanas del fin de las vacaciones: es esperanzador en relación a las próximas por venir.

–Se habló de esta suerte de combo social y de la especificidad de estas insubordinaciones y de su heterogeneidad.

–Es un movimiento heterogéneo y muy fuerte en las ciudades de tamaño intermedio, como Grenoble. Si bien hay muchas movilizaciones en París, no es el epicentro. En otras ciudades, las movilizaciones son muy importantes, a diferencia de las de los Chalecos Amarillos, que se dieron principalmente en ciudades más pequeñas. Las actuales se dan en centros urbanos con bastante precarización. Otro elemento muy importante es que hay sectores jóvenes de colegios secundarios, no tanto estudiantes universitarios, porque las clases no han comenzado todavía en la universidades. Funcionó más en los sectores estatales de la educación y en los transportes. Por ejemplo, en París el metro funcionaba con un servicio mínimo y tan sólo en los horarios pico y con muy pocos trenes.

–¿En qué dinámica social se ha entrado y cuál es la perspectiva de profundización del conflicto con un gobierno que sigue apostando a los fuertes recortes, ante un sector de la población, no menor, atravesado por el ideario del orden, de la extrema derecha?

–Es pronto para dar una idea clara de lo que va a pasar. Por el lado del régimen no hay posibilidad de una salida rápida y lo sabe. El nuevo primer ministro Sebastien Lecornu no formó su gabinete y dijo que no está apurado para conformarlo. Pero por otro lado, tienen la necesidad de aprobar el próximo presupuesto y no hay muchas posibilidades de cerrarlo rápido. Lo determinante en esta coyuntura es lo que vaya pasando por debajo en el clima social que se va caldeando. Con lo sucedido el 10 y el 18 está claro que puede suceder algo. A tal punto que ya se ha fijado la fecha del 2 de octubre para movilizaciones y distintas acciones. Los sindicatos lanzaron un ultimátum a Lecornu, advirtiendo que si no escuchaba las reivindicaciones iban a programar nuevas fechas. Lo hicieron para el 2 de octubre y habrá asambleas preparatorias por toda la geografía. Van a ser determinantes para tener una idea clara.

–¿Cómo se hace para ganarle la pulseada al gobierno e impedir el avance de los recortes sociales?

–Será ser determinante si se logran organizar las huelgas de manera profunda y que se extienda el movimiento no solo callejero sino huelguístico. La jornada del 2 de octubre será clave para una primera gran etapa en la que se debe profundizar el movimiento.



Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *