sólo huyen para prolongar la vida

sólo huyen para prolongar la vida


Una de las voces que expone la situación en Gaza es la médica australiana Nada Abu Alrun en un video que relata la batalla diaria que libran los médicos para resistir al genocidio. “Tuve que atender a una mujer decapitada que estaba embarazada de nueve meses y tuvimos que practicarle una cesárea”. La doctora advierte que en cualquier momento pueden morir: “Nos piden que guardemos silencio o nuestras vidas corren peligro. Hacemos esto porque lo estamos documentando para el futuro. Alguien tiene que hacer algo por esta gente”.

El Hospital Al-Shifa, donde trabaja, está colapsado, sin insumos ni personal suficiente para asistir a las víctimas de los ataques aéreos del ejército israelí. “Familias enteras llegan en pedazos y no se sabe de quién es la mano y de quién la pierna. Es una pesadilla”, exclama la médica. “El 80 % de los pacientes son mujeres embarazadas y niños. Estamos tratando pacientes en el suelo, amputando niños sin los insumos necesarios”, señala Abu Alrun. Cada gota de suero, cada amputación sin anestesia, se convierte en un acto de resistencia frente al genocidio. Unicef calcula que hay 2.000 niños amputados desde el comienzo de los ataques.

En un comunicado oficial, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, mirando a cámara, advirtió a los palestinos: “Escuchá atentamente, te advertimos, andate ahora”. Sin embargo, los desplazados también son bombardeados en caravanas, dejando cada día más muertos y heridos. El pueblo palestino ya no escapa de la muerte: huye apenas para prolongar un poco más la vida.

La ruta Salah al-Din, que atraviesa de norte a sur la Franja de Gaza, está colapsada por las largas filas de desplazados que se dirigen hacia el sur con destino incierto. Abu Al Ataya, mientras intenta avanzar en su auto, relata con furia y angustia: “Mi hijo menor de 7 está bajo los escombros, mi hija de 15 también está muerta bajo los escombros. Mi esposa y mis hijos están muertos. ¿Qué le hicieron ellos a Netanyahu?”, exclama llorando. Al Ataya es uno de los tantos palestinos que están escapando bajo amenaza, mientras dejan atrás a sus familiares muertos bajo los escombros de sus viviendas.

Para el pueblo palestino, la única opción que se les presenta son distintas maneras de morir: permanecer en sus hogares y morir bajo bombardeos, o desplazarse hacia las llamadas “zonas seguras”, que muchos describen como campos de concentración, donde también enfrentan ataques. El desplazamiento forzado desde el norte de la Franja de Gaza es dejar un infierno para entrar en otro. El objetivo es claro: la limpieza étnica del pueblo palestino. Borrar cualquier rastro de su gente, su historia y su cultura.

Según el Ministerio de Salud de Gaza, desde el inicio del genocidio se contabilizan 66.005 muertos y 168.162 heridos, aunque las cifras reales serían aún mayores debido a los miles de desaparecidos bajo los escombros. Los doctores Richard Hil y Gideon Polya publicaron un estudio (Skewering History: The Odious Politics of Counting Gaza’s Dead – Arena) basándose en muertes no violentas en guerras como las de Irak y Afganistán que afirman que las muertes en Gaza son de 12 a 14 veces mayor que las cifras oficiales, que solo se contabilizan en los hospitales. Por lo tanto, los muertos en Gaza podrían ascender a 680.000, tanto por violencia como por el asedio y privaciones impuestas por el bloqueo. De ese total, 479.000 son niños, 63.000 son mujeres y 138.000 son hombres. Estas cifras contemplan también las muertes por inanición de adultos y, principalmente, de niños debido a la falta de alimentos. Los centros de distribución de ayuda humanitaria, donde el alimento es escaso y los soldados practican tiro con quienes asisten por un plato de comida, son trampas mortales. Las imágenes aéreas muestran a Gaza convertida en un cementerio gris a cielo abierto.

Repercusión en la ONU

Mientras las imágenes del horror se multiplican, los pueblos de todo el mundo levantan la voz a favor del pueblo palestino. Este sábado 100.00 personas marcharon en Berlín en contra del genocidio en Gaza. Bajo el lema “Unidos por la Liberación”, exigieron al gobierno alemán romper los acuerdos comerciales, principalmente el envió de armas a Israel. La semana pasada, en Italia hubo una masiva huelga y movilización organizada por la Unione Sindicale di Base (USB) y organizaciones civiles. Las protestas paralizaron las actividades en estaciones ferroviarias y puertos, se llevó adelante en 80 ciudades. El mensaje al gobierno de Giorgia Meloni fue que no sea “cómplice del genocidio” del pueblo palestino.  

En la 80° Asamblea General de la ONU, varios mandatarios se pronunciaron con firmeza sobre el genocidio en Gaza. El presidente de Chile, Gabriel Boric, afirmó: “Son miles los seres humanos inocentes que pierden la vida solo por ser palestinos. Quiero ver a Netanyahu y a los responsables del genocidio enfrentados a un tribunal de justicia”.

En ese sentido, el presidente de Brasil, Lula da Silva, cuestionó el “uso del hambre como arma de guerra” y agregó: “Nada, absolutamente nada justifica el genocidio en curso en Gaza. Ahí, bajo toneladas de escombros están enterrados decenas de miles de mujeres y niños inocentes y también está enterrado el derecho humanitario y el mito de la superioridad ética de Occidente”.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, fue aún más contundente: “Este recinto es testigo mudo de un genocidio. No hay raza superior, no hay pueblo elegido de Dios, ni Estados Unidos ni Israel. El pueblo elegido de Dios es la humanidad. La diplomacia ya cumplió su papel en Gaza. Invito a las naciones del mundo a unir ejércitos y armas: hay que liberar a Palestina”. Su defensa del pueblo palestino continuó en las calles de Nueva York. Junto al músico Roger Waters se unió a una manifestación en contra del genocidio y pidió, megáfono en mano, que “el ejército de EE.UU. y de Israel no apoyen un genocidio” por tratarse de “un crimen contra la humanidad”. Horas después, el Departamento de Estado de los EE.UU. anunció que le revocaba la visa por “acciones incendiarias”.

En contraste con sus pares de América Latina, Javier Milei se limitó a pedir por la liberación de los rehenes israelíes secuestrados por Hamas. Al referirse a la política exterior argentina, habló de “las ideas de la libertad, la dignidad de la vida y la propiedad de todos los individuos bajo la ley”. Sin embargo, su posición y la de su gobierno están alineadas con el Estado genocida de Israel y demuele la tradición que el país supo construir a lo largo de la historia en políticas de Derechos Humanos.

Milei mantuvo además una reunión bilateral con Netanyahu donde renovó el “compromiso de colaborar en todas las instancias necesarias” para lograr la liberación de los rehenes y en sus redes sociales compartió una foto de ambos, sonriendo, con los pulgares arriba y la leyenda “Viva los valores de occidente carajo…!!!”. Para Milei sus valores se alinean a la matanza de niños y niñas inocentes.

El viernes pasado, mientras Netanyahu se dirigía a dar su discurso en la ONU, se escucharon abucheos y varias delegaciones diplomáticas abandonaron el recinto. El premier israelí comenzó destacando las operaciones que lleva adelante. “Durante el último año, hemos atacado a los hutíes. Aplastamos a la mayor parte de la maquinaria terrorista de Hamas. Dañamos gravemente a Hezbollah”, sostuvo. Según el medio israelí Ynet, Netanyahu ordenó transmitir su discurso en altavoces ubicados en la frontera de Gaza del lado de Israel, lo que generó repudio en los familiares de los rehenes por considerarlo una provocación. Anat Angrest, madre de uno de ellos publicó en sus redes sociales que esa acción podría generar un “abuso psicológico” si llegaran a escuchar una frase que “les rompa la esperanza, si es que todavía queda alguna”. Con el auditorio casi vacío, Netanyahu dirigió un mensaje a los rehenes: “héroes, les habla el primer ministro desde la ONU. Israel está con ustedes. No vamos a descansar hasta que los traigamos a casa”.

En simultáneo, en Gaza siguieron los bombardeos a la población civil. El mundo ya no puede seguir normalizando el asesinato de niñas y niños, ni ver padres cargando hijos muertos rescatados de los escombros. No es natural ver bebés asesinados envueltos en sudarios funerarios ante la mirada indiferente de la humanidad. En Gaza, las personas están atrapadas en un infierno sin salida. Pero lo que oscurece aún más la tragedia de los palestinos es el silencio cómplice del mundo que no quiere contar la verdad.



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