se realizó la primera cumbre mundial sobre abusos del Opus Dei

se realizó la primera cumbre mundial sobre abusos del Opus Dei


La Ciudad de Buenos Aires se convirtió este martes en el epicentro mundial donde se expusieron graves casos de abusos institucionales que tienen en la mira al Opus Dei, una organización eclesial enquistada en la Iglesia Católica desde fines de 1920 a la que el Papa Francisco combatió desde Roma. Durante más de tres horas, periodistas, investigadores, abogados, familiares y víctimas de Argentina, Perú, México, Reino Unido y España, se dieron cita en la primera cumbre mundial organizada por la red internacional Ending Clergy Abuse (ECA) y dejaron en evidencia las presuntas maniobras delictivas de este grupo.

La jornada estuvo dividida en tres bloques. En el primero se abordó “¿Qué es el Opus Dei y cómo funciona?” y estuvo encabezado por el periodista peruano Pedro Salinas, quien siguió el denominado Caso Sodalicio, una organización de la Iglesia Católica que fue suprimida por dos papas, Francisco y León XIV.

“El Opus Dei es clave en la historia y realidad de todas estas agrupaciones de características sectarias», adelantó Salinas, y destacó el trabajo del Papa Francisco, continuado por estos días por León XIV, para erradicarlos. Cabe recordar que la organización fue fundada por Josemaría Escrivá de Balaguer en 1928

Un evento histórico en Buenos Aires: se realizó la primera cumbre mundial sobre abusos del Opus Dei

En este panel también estuvo la periodista argentina Paula Bistagnino, quien en 2021 destapó el Caso de las Numerarias Auxiliares y escribió el libro Te Serviré. Desde Zoom, participaron el periodista inglés Gareth Gore, la productora Mónica Terribas a cargo del documental El minuto heroico (MAX) y exintegrantes del Opus Dei de Argentina, México, Perú y España.

“Según la propia organización, el Opus Dei tiene un único propósito: ayudar a todos a encontrar a Cristo en el trabajo, la vida familiar y en el resto de las actividades. Pero para mí no son más que palabras vacías, diseñadas para distraer a la gente de la cruda realidad”, resumió Gore.

Y aclaró: “Es exactamente lo contrario: el Opus Dei no existe para ayudar a los demás. Sino para ayudarse a sí mismo. Durante casi 100 años este grupo ha podido operar con casi total impunidad, abusando de la legitimidad conferida por el Vaticano para atraer a víctimas inocentes”.

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Para el especialista se trata de una organización que se ha dedicado a captar activamente a menores de edad, previamente seleccionados para manipularlos. Gore precisa que así llegó a extraer de zonas vulnerables a niñas para reducirlas a una vida de servidumbre, ofreciéndoles falsas promesas de una buena educación y una vida mejor.

“Rompió una y otra vez el secreto de confesión para aprovecharse de sus propios miembros. Para el Opus Dei la fe es una herramienta que puede utilizarse para obtener dinero, influencia y obediencia en beneficio de la organización«, advirtió.

A su turno, Terribas, recordó que ahora el Opus Dei «debe rendir cuentas anualmente de los fondos económicos que mueve en relación a los sacerdotes». Desde España, la mujer sostuvo que «se produce una sistémica en el abuso espiritual y la coerción psicológica de todas y cada una de las personas que acaban siendo miembros de esa organización. Hay muchos numerarios, supernumerarios, agregados, cooperadores que no se sienten abusados, pero hay muchísimas personas que se están saliendo porque consideran que son víctimas de un abuso espiritual en nombre de Dios, porque la vida se somete a una dinámica de normas que hace que tu propio juicio desaparezca».

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El profesor de Filosofía peruano Edgar Minube, quien estuvo más de 15 años como agregado del Opus Dei, calificó a la organización como «una gran estafa espiritual». Cabe mencionar que el clero de Perú estuvo integrado en buena parte por sacerdotes de esta agrupación. Este hombre señaló que todos los miembros debían entregar todo el salario y firmar un testamento de todos los bienes. El argentino Federico Johansen, exnumerario del Opus, precisó que el proceso de incorporación conlleva a una sucesión de engaños perpetrada por la organización.

Bistagnino destacó que «queda claro, lo esquemático, lo estructura, jerárquico, piramidal». Parafraseando a una numeraria que estuvo más de 30 años en el Opus, la periodista argentina sentenció que se trata de «una mezcla de secta con multinacional y con partido político». Cabe mencionar que «está en 68 países y funciona como una franquicia», añadió.

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Avances en la Justicia

El segundo bloque se trató sobre “La ley y los abusos eclesiásticos: un desafío a la justicia”. En este tramo expusieron los abogados Lucas Lecour (miembro de ECA), Sergio Salinas Giordano (director de ECA) y Sebastián Sal (representante de las 43 mujeres que denunciaron al Opus en Argentina), especialistas en derecho penal, derechos humanos y trata de personas. Analizaron los obstáculos legales y las deudas estructurales que enfrentan las víctimas al denunciar abusos dentro de instituciones religiosas.

«Hace 4 o 5 años atrás, recibí un mail de las 43 mujeres, y pensar lo que pasó desde ese momento es increible. Jurídicamente lo que tenemos acá es una captación de personas», expresó Sal, quien detalló que por su organización, el Opus, que es vertical y piramidal y nada se libra al azar, las órdenes las daba el prelado para abajo, montando así «una estructura para captar a menores de edad: numerarias que iban a diferentes lugares del país, buscando familias católicas vulnerables con muchos hijos«.

Según se pudo reconstruir, luego eran ingresadas como «alumnas» y tras una «formación espiritual, profesional y laboral» se sometían a ser “numerarias auxiliares” para realizar tareas domésticas en los centros del Opus Dei, tanto en Argentina como en el extranjero. En la mayoría de los casos, con las libertades restringidas y a cambio de una cifra de dinero que les retenían y manejaban las mismas personas que debían pagarles.

El abogado enumeró que todo se inicia por la investigación periodística y que una asociación civil toma para denunciarlo penalmente ante la PROTEX. Sal, por su parte, conformó la querella. Los fiscales Eduardo Taiano, Alejandra Mángano y Marcelo Colombo llevaron adelante una pesquisa muy completa que involucró al entonces representante número 1 del país del Opus. Ahora, la causa quedó a cargo del juez Daniel Rafecas quien avanzó con la posibilidad de incorporar nuevas víctimas al expediente que actualmente estarían siendo sometidas por la red. En tanto, la Cámara Federal analiza ciertos planteos de la defensa. «Increíblemente las autoridades eclesiásticas no se han reunido con las víctimas», se quejó el abogado.

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Lecour contó las dificultades que tuvo que afrontar junto a su equipo para investigar los abusos cometidos en el Instituto Antonio Provolo para Sordos, en la provincia de Mendoza, en donde dos sacerdotes fueron condenados a 43 y 45 años de prisión. Lo interesante es que desde el Vaticano hubo un cambio en el modo de afrontar este tipo de casos, en donde los sospechosos solían ser encubiertos por la propia iglesia con traslados y demás.

La voz de los familiares y las víctimas

En el tercer bloque los protagonistas fueron los familiares y las víctimas. Bistagnino sostuvo que el Opus Dei se jacta de no tener casos de abusos en sus filas. Sin embargo, la periodista explicó que hubo graves episodios y presentó a Juan Cuatrecasas, padre de un joven víctima de abuso en la escuela Gaztelueta, en España. El hombre subrayó la red de contactos de la agrupación en la justicia y las diferentes estrategias de encubrimiento que aplican.

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Otro de los testimonios de la jornada fue el de Francisco, un hombre que reveló haber sido abusado hacia principios de los 90 en un campamento en un club. Contó que una vez que se decidió a denunciar al Opus Dei, no le quisieron tomar el caso. Sin embargo, tras hacerlo público, a través de Bistagnino, el Opus Dei aseguró que tenía 8 abusadores en Argentina.

El panel se completó con Mónica Zambrano de Santa Fe, Claudia Carrero de Ramallo y Visitación Villamayor de Paraguay. Las tres estudiaron en la Escuela de Mucamas de Bella Vista, formalmente identificado como Instituto de Capacitación Integral en Estudios Domésticos. «Mi mamá nos enseñó mucho amor a la virgen y a dios y creo que ese fue el puntapié para captarnos a nosotros. Tengo una hermana adentro con quien no hablo de este tema porque no quiere saber nada», explica Zambrano, quien llegó a la escuela a los 15 años.

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La mujer relató que le ofrecieron poder volver a estudiar y tener una salida laboral. La jornada era extensa e intensa. «Teníamos que correr mucho», señala. Apenas terminaban de desayunar, cada chica debía ver en una cartelera el trabajo que tenía que hacer durante el día. De ahí, ya empezaban las tareas en la Escuela de Mucamas, donde funciona también la principal Casa de Retiro del Opus Dei en Buenos Aires, desde fines de la década del 60. Las labores consistían en limpiar, preparar la comida, lavar y planchar la ropa.

Después de ciertos trabajos, a media mañana, un sacerdote les daba clases, luego seguían trabajando, almorzaban y al trabajo de nuevo. Volvían al colegio a eso de las 18 y seguían trabajando hasta la cena. Después de comer seguían las tareas en lo que denominaban la tertulia. Finalmente, a las 22, debían ir a sus habitaciones donde no se les permitía hablar entre ellas.

Claudia llegó a los 14 años, en 1980, fue alumna, ingresó como numeraria auxiliar y luego dio clases. Ella dijo que se aprendían materias como Ciencias del Trabajo, Prácticas de taller, Clases de cocina; además de cursos de Matemáticas, Lengua e Historia. «A veces llegábamos y nos dormíamos del cansancio. Nos mandaban al baño a lavarnos detrás de las orejas para seguir despiertas», sentencia.

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Por último, Villamayor relató que fue captada de su pueblo a unas cinco horas de Asunción. Expresó que su familia era muy pobre y vio una oportunidad de estudiar. Sin embargo, apenas llegó a la capital de Paraguay fue separada de su prima y obligada a trabajar. Esperó durante meses para ir a la escuela a Buenos Aires. Finalmente, siendo menor de edad la trasladaron a Argentina. Según contó, primero estuvo un tiempo en Recoleta y de ahí fue a Bella Vista, donde su jornada laboral comenzaba a las 6 de la mañana y terminaba a las 22.

Villamayor pidió muchas veces volver a su país, pero le negaban esa posibilidad. Cada vez que insistía –sostuvo– la trasladaban de ciudad y hasta de provincia. Luego, volvió a Bella Vista donde pensó en fugarse pero estaba indocumentada y tenía miedo. Finalmente, la mujer fue liberada a escondidas, mientras sus compañeras estaban en misa.

«Me di cuenta que me quería ir porque venía una amiga a visitarme y me cayó la ficha que esa chica sí era libre. Ella era común y corriente y yo no. Me traía chocolates y me invitaba a tomar un helado y yo no podía. Ni si quiera podía ir a visitar a mi familia. Ahí me di cuenta que ella tenía la llave donde trabajaba, veía televisión y cobraba un sueldo. Yo no podía ni escuchar la radio», subrayó.



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