“Con La deuda del Nobel uno mis dos profesiones”, dijo Merceditas Elordi, quies es bióloga, dramaturga y directora de esta obra teatral que se estrenará este sábado a las 21 en el escenario de El Club del Teatro (Rivadavia 3422).
Es la historia de tres mujeres científicas: Marie Curie, Rosalind Franklin y Esther Lederberg. Las tres “se encuentran en un limbo de la ciencia, un tiempo y espacio indefinido, donde se vinculan y entrelazan sus historias de vida”, relató la dramaturga, quien acaba de ganar el premio Argentores en el rubro de Teatro para Adultos por la obra “Cuando el chajá canta las horas” que montó en Buenos Aires, donde reside.
Las protagonistas de “La deuda del Nobel” vivieron distintas circunstancias y tiempos y, sin embargo, confluyen en un laboratorio, un espacio que representa sus vocaciones. La historia refleja la desigualdad de las mujeres de ciencia en relación a sus colegas varones.
Para Elordi, la situación de asimetría se puede ver a través de los porcentajes. “En el área científica del Premio Nobel, Física, Química y Medicina / Fisiología, sólo el 6,7 % de las laureadas son mujeres. Contrastando con el 93,3 % de hombres. Y entre los miembros de la comisión evaluadora del Premio Nobel hay una mujer por cada siete hombres”, dijo en una entrevista con LA CAPITAL.
Los personajes de la obra existieron realmente. “Marie recibió dos Premios Nobel, primero en física por su trabajo sobre la radioactividad, y luego en química por el descubrimiento de dos elementos químicos, el Radio y el Polonio. Rosalind fue quien probó empíricamente, con su famosa fotografía 51, la estructura de doble hélice del ADN. Mientras que Esther fue una destacada genetista”.
La historia descubre secretos guardados en la historia de la ciencia, más escándalos, robo de información y otras minucias poco luminosas, detalló la artista.
Para Elordi, esta pieza se relaciona con su otra profesión: la biología. “Soy bióloga por formación académica y el lugar que ocupan las mujeres en la ciencia siempre fue de mi interés. Investigando llegué a encontrar nombres de científicas prestigiosas cuestionadas, omitidas u olvidadas a la hora de ser reconocidas con el Premio Nobel”.
Escribir esta pieza, en la que volverá a trabajar con el trío de actrices de su anterior proyecto teatral “Conjuro anómalo”, supone para ella “un acto de justicia” que permitirá “visibilizar el trabajo de algunas de estas mujeres” a través de su dramaturgia.
-Desde “Conjuro anómalo” tu tema en teatro parece ser la relación de la mujer en la sociedad del pasado y las luchas que emprendieron.
-Coincido. Es una fuerte pulsión la que me lleva a investigar, recrear y ficcionar la vida de mujeres que de otro modo no serían conocidas. En el caso de “Conjuro anómalo” a Cecilia Grierson se la conocía (salvo honrosas excepciones) por su aparición en el billete de dos mil pesos o por el nombre de una calle. Fue maravilloso lo que despertó en los espectadores esta obra que sigue viva como en su estreno hace dos años.
-¿La disparidad y la desigualdad en el mundo de la ciencia entre hombres y mujeres son un tema tabú?
-No sé si tabú, pero por lo menos incómodo. Hace años, cuando estaba haciendo la tesis de licenciatura, una prestigiosa doctora que trabajaba en la universidad se cruza conmigo en la escalera que llevaba a los laboratorios y registra mi avanzado embarazo. En lugar de felicitarme por la buena noticia me miró y me sentenció “la maternidad no es compatible con la investigación”. El derrotero de la vida me fue enfrentando con las dificultades reales: no es igual la carrera de investigación para un hombre que para una mujer.
-Seguís con el mismo elenco, pero se suma Pedro Benítez, ¿se armó un buen equipo?
-Es un equipo maravilloso. Ya tenía un excelente vínculo con las actrices Andrea Chulak, Cecilia Zaninetti y Poupee Rognone, de modo que me pareció muy hermoso seguir trabajando juntas. Yo tenía ya esta obra escrita (en sus orígenes se llamó “Tres Mujeres”) y pensé que ellas la podrían hacer muy bien. No me equivoqué. En la obra hay cuatro personajes masculinos que siempre pensé que los podría interpretar un mismo actor. Así fue que se sumó Pedro Benítez, gran actor, gran compañero. El equipo se completa con Ulises Driussi en la asistencia de dirección y apoyo técnico, un gran aliado teniendo en cuenta que vivo en Buenos Aires y no siempre puedo estar presente en el proceso de ensayos.