Un reporte de las Naciones Unidas asegura que más de 50 mil personas se quedaron sin refugio durante la última semana por la ofensiva israelí en Ciudad de Gaza. Fueron bombardeadas al menos 12 torres residenciales de más de siete plantas, en las que había unos 500 apartamentos que cobijaban a más de 10.000 personas. El ataque y quema a otras 600 tiendas de campaña dejó sin techo a 6000 personas, incluidas familias y niños.
Por otra parte, el martes último, un bombardeo en las inmediaciones de los campamentos de refugiados de Jabalia y Al Shati, al norte de la ciudad, provocó medio centenar de muertos. Y el viernes, sólo al hospital Al Shifa llegó un centenar de malheridos producto de incursiones israelíes contra Yabalia al norte y en el barrio de Sheikh Radwan: 27 de ellos finalmente fallecieron. Desde el 7 de octubre de 2023, más de 64.700 gazatíes han muerto y más de 163.000 han resultado heridos. Y como si fuera poco, el total de niños muertos debido a la desnutrición y el hambre en la Franja alcanzó los 145 tras el fallecimiento el viernes de dos menores
Hace pocas horas, visiblemente consternada, la portavoz de la agencia de Defensa Civil de la ONU, Olga Cherevko definió la situación en la ciudad desoladora y que «el inconfundible olor a muerte está por todas partes».
Claro que ese mismo martes, en el colmo de la prepotencia y el cinismo, el gobierno de Benjamín Netanyahu ordenó a evacuación total de la ciudad. Horas después, el Ejército de Israel hizo alarde sobre que más de 250.000 palestinos han abandonado la ciudad hacia otras zonas de la Franja, tras la intensificación de los bombardeos. La crueldad no tiene límites.
Por su lado la organización Médicos Sin Fronteras lanzará una campaña mundial llamada «Los médicos no pueden parar el genocidio. Los líderes mundiales sí». Un muy claro llamado a los «líderes mundiales a tomar acción para lograr un alto al fuego sostenido en Gaza». Sus integrantes dieron testimonios escalofriantes durante estas horas. Por caso, Mohammed Al-Tibi, oficial de Cadena de Suministro, expresó: «Actualmente vivo en el norte, en la ciudad de Gaza, en el barrio Nasr, en el borde occidental de Sheikh Radwan. La situación de las últimas dos semanas, ha sido extremadamente difícil debido a los bombardeos aleatorios, los disparos de artillería, los drones cuadricópteros y el peligro constante en la zona en la que vivo(…). Me siento completamente perdido, dividido entre si debo volver a recoger mis pertenencias y a mi familia y quedarme, arriesgando mi vida para hacerlo, o permanecer donde estoy, aunque no hay ningún lugar en el sur donde evacuar. No hay ninguna alternativa”.