Trump cubre a bancos, chantajea a México y amenaza a Venezuela


México le cantó un estruendoso vale cuatro a la Casa Blanca después de que la Justicia de Nueva York anunciara que el capo del Cartel de Sinaloa, Ismael Zambada, se declarara culpable de haber inundado con cocaína, y ahora fentanilo, al ávido mercado consumidor norteamericano. Según el gobierno de Donald Trump, el narco está decidido a dar, uno por uno, los nombres de los generales y los dirigentes políticos a los que sobornó a lo largo de su medio siglo de carrera delictiva. Como Zambada fue condenado a pagar una fianza de 15 mil millones de dólares, y los tiene, la presidenta Claudia Sheinbaum se anticipó y exigió la entrega del dinero, en compensación por los daños causados a la sociedad mexicana en su vida de traficante, tiempo en el que habría sobornado a la mismísima DEA.   

A la par, en otra de sus imaginativas creaciones, quizás no más que el pobre bosquejo de un libreto digno del peor Hollywood, la diplomacia norteamericana redobló las amenazas contra Venezuela e inventó una temible dupla compuesta por un supuesto Cartel de los Soles y un llamado Tren de Aragua. Según la comedia representada por Trump, el primero es el perverso brazo político/comercial creado por la Revolución Bolivariana para surtir con drogas al mercado del norte, y el segundo, su brazo armado. Ambos, dice la trama, son dirigidos por Nicolás Maduro, por cuya cabeza  EE UU ofrecía U$S 25 millones y ahora paga 50. Un informe de la ONU y las comisiones del Congreso –dominadas por la ultraderecha republicana– lo tomaron como insumo pero no compraron la historieta.  

Mientras chantajean a México y amenazan concretamente a Venezuela, desplegando frente a sus costas caribeñas una flota que incluye hasta un submarino nuclear, el gobierno y el establishment norteamericanos tratan de disimular el fastidio –de alguna forma hay que llamarlo– que les provocan los informes de los dos países americanos cuando denuncian la responsabilidad del propio presidente en el negocio interno de la droga, su secuela de muerte y, sobre todo, la convivencia de sus más poderosos bancos con los carteles a los que dicen combatir. Para maquillar las reales culpas pusieron en marcha su formidable aparato mediático. Admiten que Zambada vale más por los secretos que guarda que por lo que pudo decir para obtener beneficios judiciales. Y que seguramente no dirá más de lo dicho.

La prensa mexicana y los principales medios occidentales repiten que el negocio de las drogas sólo es posible si se puede lavar el dinero producido. Y cuando se habla de cifras que sólo para el caso mexicano promedian entre 27 mil y 58 mil millones de dólares/año, sólo el sistema financiero está en condiciones de legalizar tales cifras y luego inyectarlas en el mercado. Los bancos recurrentemente citados son el JPMorgan, el HSBC, el Deutsche Bank, el Bank of New York y el Standard Chartered. Los mismos que del “lado bueno” del mostrador producen los respetables informes que aconsejan dónde sí y dónde no realizar inversiones. Sobre Venezuela no se manejan datos. Hasta la ONU desautoriza al gobierno de Trump, al decir que el Cartel de los Soles es un invento, puesto que “Venezuela es zona libre de cultivo, elaboración y consecuentemente exportación de cocaína”.

Los narco carteles, protegidos por el establishment financiero global, no tienen límites para los negocios. Lejos del Vito Corleone de El Padrino, que con los resabios de su dignidad se niega a participar del negocio de las drogas, las versiones modernas de la mafia incursionan en todos los ámbitos. Ya en 2021 el Comité de Seguridad Nacional de diputados de EE UU señaló que “los carteles obtienen unos U$S 13.000 millones/año por el tráfico de migrantes”. Activos Extranjeros definió el robo de combustibles –el huachicoleo, le dicen los mexicanos– como “la más importante fuente de ingresos extra drogas”. En enero pasado, el segundo del Tesoro, Brian Nelson, dijo: “El robo de combustibles representa una amenaza directa a la seguridad energética de EE UU y es una de las principales fuentes de financiamiento de los carteles mexicanos”.

Una fuente del gobierno mexicano cree que en meses o años Zambada hará “declaraciones convenientes” para EE UU, que por ahora tiene la prioridad de validar su discurso  militarista y habilitar su agenda intervencionista “para deshacerse de rivales geopolíticos y saquear recursos naturales, como en Venezuela, u obtener ventajas comerciales mediante la extorsión, como lo hace con Canadá y México”. La fuente opina que lo más importante no es lo que pueda decir sino lo que Zambada calle. Es alevoso, por ahora, el cuidado con el que se dice que el narco habló de autoridades mexicanas sobornadas pero no de quienes ocupan los mismos cargos del otro lado de la frontera. Es infantil pensar que un negocio de tal volumen pueda hacerse sin la complicidad de las más altas autoridades norteamericanas.

Venezuela, que tiene en sus narices a 4500 marines y una poderosa flota lista para invadir, se prepara para la defensa y acusa. La vicepresidenta Delcy Rodríguez denunció el viernes que EE UU legitima (lava) a través de su sistema financiero los fantásticos recursos generados por el narcotráfico. Lo dice también la ONU, que en sus informes reporta que el 85% de las ganancias se queda en EE UU y los bancos Morgan, HSBC, Fargo, Deutsche, podrían decir a dónde las mandan. “Las lavan con sus brokers, sus casas de seguridad, sus depósitos, sus redes logísticas, los narco camioneros que transportan las drogas y los narcosajones, personas blancas adineradas o de cuello blanco que trafican drogas para políticos y empresarios”.

Tratándose de las ganancias de los carteles mexicanos –porque de los otros poco o nada saben la DEA y los servicios de inteligencia– EE UU se mueve con prudencia y, como si no quisieran saber más, señalan vagamente que el narcotráfico genera miles de millones de dólares/año. El concepto se repite en los informes cursados al Congreso por los departamentos (ministerios) de Seguridad y de Justicia. Una fuente judicial norteamericana reveló al diario mexicano El Universal que si se toman en cuenta la inflación de los últimos 15 años y las transformaciones experimentadas por el mercado, un cálculo conservador permitiría arriesgar que el narcotráfico gana en México entre U$S 37.000 y 58.000 millones anuales sólo –y esto lo resaltó– por el dinero “en efectivo” que retorna al país. Esa es una estimación más que moderada del dinero lavado por los grandes bancos.



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