«Soy Carlos Antonio Bertola. ‘Cascote’, me dicen. Si estás viendo esto es que el ejército de ocupación israelí me ha secuestrado. Contra mi voluntad. Me gustaría volver lo antes posible a mi patria». Pasaporte en mano, como indica el protocolo. El paisaje parece mecerse. Cascote está parado a bordo del Estrella y Manuel, el barco que capitaneaba. Esa noche sería apresado: minutos antes de que sucediera, habló con Tiempo. «Hermano, es increíble la cantidad de lanchas de la Prefectura israelí que nos rodean». Se oían las sirenas intimidantes. No llegó a recibir el siguiente mensaje.
«Soy Cele Fierro, diputada del MST en el FIU, representante de la Liga Internacional Socialista. Si estás viendo este video es porque el ejército de Israel ha frenado nuestra misión humanitaria, voluntaria, no violenta, que pretendía abrir un corredor humanitario en Gaza y romper con el bloqueo genocida. En este momento, lo que pido es que salgas a la calle, que denuncies, que exijas nuestra libertad como así también el fin del genocidio». La bandera palestina flameaba en el Adara, su embarcación. El sol le entrecerraba los ojos, el Mediterráneo vibraba por detrás. Un rato después, ya de noche, casi no se la veía a ella: sí a los potentes focos de las patrullas y las linternas de prefectura quienes la apresaron. Cele reclamaba la solidaridad internacional.

A ellos y también a Ezequiel Peressini, dirigente de Izquierda Socialista, integrante del FIT-U y la UIT-CI, que tripulaba el buque Sirius. A los tres argentinos y a otros 470 integrantes de la Flotilla Global Sumud los interceptaron el miércoles, a 140 millas (225 km) de Gaza. El alerta naranja empezaba a las 150. No pudieron llegar a 25 millas para soltar una bengala que hubieran visto los palestinos.
La incomunicación comenzó -parte del protocolo autoimpuesto por FGS- al ser interceptados: pasaron los celulares al coordinador del grupo que los «dejaría caer» al agua. No arrojarlos para que no pareciera la más mínima agresión. Manos siempre a la vista, movimientos claros, salvavidas puestos. Todos entrelazados. No ser colaboracionistas, tampoco desafiantes.
Primero los atacaron con brutales cañones de agua. Luego los detuvieron y los trasladaron al puerto israelí de Ashdod. El ministro israelí Ben Gvir (supremacista, antiárabe, miembro de la Knéset, líder del Otsmá Yehudit) les gritó, con una sarcástica sonrisa: “¡Todos son terroristas!”. Arrodillados en el piso, muñecas atadas con precintos: es fuerte la comparación con la imagen de las horrendas prisiones de Nayib Bukele. Algunos cantaron «Palestina libre». Los tuvieron así cinco horas.

Luego fueron trasladados a la cárcel de máxima seguridad de Ktzi’ot, ubicada en el desierto de Negev, 72 km al suroeste de Beersheba, a 180 de Tel Aviv y poco más de 100 de la frontera con Egipto. Fue el principal centro de detención de los arrestados durante la primera Intifada. Poco después, el Centro de Defensa de los Derechos de la Minoría Árabe (Adalah) denunció «agresiones, amenazas y acoso». Tomaron contacto con 331 de ellos. Les retacean agua, medicamentos o acceso al baño, al tiempo que los despiertan «violentamente cuando tratan de dormir». Al cierre de esta edición un grupo había iniciado una huelga de hambre.
Sólo El Marinette, que había quedado retrasado, averiado en medio del mar, fue asaltado por militares israelíes 48 horas después: a sus seis tripulantes también los llevaron a Ktzi’ot.

Regreso
La deportación, lo antes posible. El regreso a casa para continuar con el fundamento de la misión: blanquear el genocidio israelí. Suhad Bishara, directora de Adalah, advierte que la estrategia es que tras comparecer ante el juez, aceptar la deportación inmediata, con lo que eludirán el juicio. Pero implica admitir la intención de «entrar ilegalmente en Israel» (aguas jurisdiccionales de Gaza, tema que desdeña Te Aviv) y la prohibición de regresar por diez años. Eso firmaron cuatro de los 12 tripulantes del Madleen, la precedente flotilla solidaria, interceptada por Israel en junio.
«La decisión de firmar la deportación es muy personal», advierten todos. La eurodiputada francesa Rima Hassan, la activista sueca Greta Thunberg y su colega Thiago Ávila, participaron de anteriores intentos: ya tienen vedado el ingreso a Israel por lo que su arresto podría alargarse. No así el caso de Cele Fierro, o el de la diputada Luizianne Lins, (PT brasileño) y Ada Colau, exalcaldesa de Barcelona. Claro que todos no tienen el mismo apoyo. Mientras el gobierno argentino celebra las atrocidades de Benjamín Netanyahu, el de Lula consideró que la acción militar israelí «viola derechos y pone en riesgo la integridad física de manifestantes en acción pacífica». Y urgió a Israel a «levantar inmediatamente y de manera incondicional todas las restricciones a la entrada y distribución de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza».
Así Claudia Sheinbaum, la presidenta mexicana, exclamó sobre los seis connacionales que integran la flotilla: «Tienen que entregarlos de inmediato. No cometieron ningún delito».
Así, el gobierno de EE UU calificó la travesía como «una provocación deliberada e innecesaria».
Los que sufren
Todos los videos y audios conocidos tras la detención masiva reclaman la solidaridad internacional. Ese miércoles comenzaba en Israel la festividad del Yom Kippur, su día más sagrado, centrado en la expiación y el arrepentimiento. «El día adecuado para que hagan una reflexión sobre lo que hacen. Que estén en paz con su Dios y con el prójimo”, lanzó en el mensaje Manuel, un español apresado que navegaba en el Innana. También pidió «sufrir por los que sufren. Que no somos nosotros». Y sentenció: «Abrazos, valentía y ternura».
Al cierre de esta crónica, la cancillería israelí anunciaba que serían deportados de inmediato 137 tripulantes, procedentes de 14 países (EE UU, Italia, Reino Unido, Jordania, Kuwait, Libia, Argelia, Mauritania, Malasia, Bahréin, Marruecos, Suiza, Túnez y Turquía). Es aún una incógnita cuánto incide la actitud diplomática argentina en las tratativas. Mientras, dos aviones estaban a punto de partir este sábado hacia Italia y Turquía,
Israel describe a estos activistas como «provocadores». La Flotilla no llegó a orillas de Gaza. Pero los barcos de la marina israelí debieron descuidar la costa por algunas horas. Ese lapso que aprovecharon los pescadores palestinos para poder pescar en el mar por primera vez en muchos meses. Al menos, algunas familias pudieron comer gracias a la acción de la flotilla.
Todos ellos sabían que el final sería el relatado. Que llegar a la costa gazatí era tan improbable como potente la ilusión que significó poder arribar con ayuda humanitaria a miles y miles. Como a esa nenita que, en un video viralizado en las redes, solloza pidiendo comida, al menos un chocolate. «
La otra flotilla en el Mediterráneo y la gente en las calles
El Estado de Palestina ya sumó el reconocimiento del 80% de los países de la ONU. Un gesto nada menor, aunque meramente simbólico. Sólo si se creara efectivamente ese Estado, Gaza podría formar parte de él. Pero como no ocurre, el apoyo es poco más que metafórico: la Franja está a merced de la masacre. Incluso, ante el reciente reconocimiento de Palestina por parte del Reino Unido, Francia, Portugal, Canadá y Australia, la amenaza de represalias de parte de Israel, fue inmediata. Aunque sólo generó un tibio replique inglés y galo. Pero hechos concretos para detener el genocidio, casi ninguno
Más real es la solidaridad y el apoyo que dan a Gaza diversos pueblos, desde de muy diferentes puntos del planeta. Por ejemplo, en Italia las demostraciones son contundentes, a pesar del gobierno de ultra derecha de Giorgia Meloni. Este último viernes, la huelga general tuvo tanta fuerza como la del pasado miércoles 22, e incluyó el reclamo por el pueblo palestino: sólo en Roma hubo 50 mil personas frente al Coliseo y el país sufrió un bloqueo general de transportes, salud y educación. También hubo marchas en Milán, Turín, Florencia, Bolonia y Nápoles.
Y además, hay un agregado muy particular: como adelantara Tiempo en la edición del domingo pasado, otra misión va rumbo a Gaza por el Mediterráneo. Se trata del proyecto conjunto de la Flotilla de la Libertad (FFC) y del colectivo Thousand Madleens to Gaza (TMTG), cuyo nombre se refiere a las madres jóvenes victimas en la Franja. Lleva 250 pasajeros de 25 países. Un grupo zarpó del puerto de San Giovanni Li Cuti, en Catania, Sicilia. Y otro de Otranto, Lecce, dos días después. El segundo contingente está encabezado por el Conscience, que ya fue atacado en mayo por drones en aguas internacionales, ante las costas de Malta. Las dos comitivas ya se reunieron en Creta.
En otras ciudades de España también se produjeron protestas. Por caso en la plaza Carboner de Barcelona se congregaron 15.000 personas y en la marcha hacia la Ronda Litoral hubo dos detenidos. El reclamo se hizo sentir del mismo modo en ciudades como París (un millar de personas colmó la Place de la République); Marsella (una multitud marchó ante las oficina de Eurolinks, empresa acusada de vender componentes militares a Israel; hubo incidentes con un centenar de detenidos); Dublín, Berlín, El Cairo, Ginebra, Atenas y Estambul. Del mismo modo se registraron unos tres mil manifestantes en Bruselas, ante al edificio del Parlamento Europeo.
Las marchas se replicaron en muy diversas ciudades como Brasilia, Río de Janeiro, Bogotá, Ciudad de México, Túnez, Karachi y Kuala Lumpur.

Mi viejo
“Hace más de un mes partió rumbo a Gaza, capitaneando un barco pesquero que en su bodega llevaba alimentos y medicamentos para proveerle al pueblo palestino, víctima del genocidio llevado adelante por Israel. Esta madrugada llegó la información de que las tropas genocidas sionistas lo capturaron.
Llevaba con él la bandera Argentina que trajo de Malvinas y otra de Diego Armando Maradona.
No hay causa más digna que defender la vida.
Se me infla el pecho de orgullo de saber que mi viejo hizo lo mismo que hoy haría el Diego”.
La última parte de la carta abierta que Felipe Bertola publicó en homenaje a Cascote Bertola, uno de los capitanes de la FGS, apresado por Israel.
Convocatoria
Para este lunes 6 a las 13 en ATE Capital (Carlos Calvo 1378), los familiares y organizaciones cercanos a los argentinos detenidos por Israel convocaron a una conferencia de prensa para “brindar información sobre la situación actual y las acciones que desarrollaremos para exigir la inmediata liberación de nuestros seres queridos”.